¿Qué veía desde mi ventana? Veía a las personas que me rodeaban ir a trabajar, cuando yo me quedaba dentro por la cuarenta y rezaba por esas personas que debían salir a ganarse el pan de cada día, para ellos y sus familias, pedía que todo pasara pronto, que todo volviera a la normalidad, aun sabiendo que falta mucho tiempo para que esto termine.
Veía desde mi ventana a mí misma, que antes iba a trabajar para ayudar en la casa, con sueños de que ese año sí sería el bueno y que podría lograr muchas más cosas que el anterior; pero que, debido a la pandemia, la despidieron y tuvo que encerrarse, viendo como mi madre se complicaba porque no había bastante dinero para comprar suficiente comida para el mes, porque ninguna de las mujeres que vivían en esa casa podían salir a trabajar por culpa del virus que rondaba el mundo en ese momento.
Desde mi ventana veía cómo mi ansiedad se volvía más grande, ya no podía distraerme saliendo a correr o yendo a distintos lugares con mis amigos, ahora solo podía estar en mi casa, la cual sentía cada vez más pequeña, cada vez más como una jaula.
Junto con mi ansiedad crecía mi déficit de atención, debía estudiar pero no podía concentrarme en las palabras del profesor, solo pensaba en lo mucho que ansiaba que esa situación terminase y qué sería lo primero que haría cuando eso ocurriese, ¿saldría con mis amigos? ¿Iría a uno de sus lugares favoritos para quitarse ese mal sabor en la boca? Pues planeaba muchas cosas, pero muy dentro de mí sabía que aún faltaba mucho tiempo para ese día y no debía fantasear tanto con ello, debía concentrarme más en el “ahora” y en mis estudios, para no desperdiciar todos sus esfuerzos anteriores; así pensaba. Desde la ventana de mi televisor veía cada día que los números iban aumentando, veía cada vez más miedo y preocupación, me decía a mí misma 26 27 que debía ser fuerte y no ver noticias, que solo debía pensar en mí y mis seres queridos, cerrar su empatía y preocupación para el resto de las personas, que eso no le ocurriría a uno de sus conocidos... pero gracias a esa mente y corazón tan cerrados que traté de mantener, el golpe fue más fuerte... no fue el Covid-19 quien causó tal atrocidad, aunque pensaba que sí, al menos sí de manera indirecta.
Un martes en la tarde, luego de proponerse ser positiva y tratar de sacarle provecho a tal situación, me llega la noticia de que uno de mis familiares sufrió un accidente automovilístico, eso me arruinó la semana por completo, no sabía qué hacer ante tal situación, quería ir al hospital a ver a mi familiar, pero, detenida por mi madre y hermana por miedo a que me contagiara, no pude hacerlo.
Más tarde me enteré de más detalles del accidente; mi familiar iba en camino a dejar unos insumos a un recinto de salud, pero al ir en la carretera el auto frente a él frenó de repente, sin alcanzar a reaccionar, él lo chocó y el vehículo que iba detrás, lo chocó a él, dejando el auto en el que iba completamente aplastado.
Con múltiples fracturas, su familiar logró sobrevivir, pero ella pensaba que ella hubiera preferido morir antes que vivir así, luego ella misma se dio cuenta en la idiotez que estaba pensando y lo quitó de su cabeza.
Al día siguiente estaba decidida a ir a ver a mi familiar, con o sin virus debía verlo. Ya estando en el hospital me sentí desesperada, no podía verlo, no dejaban a nadie verlo.
Tuve que irme, no había nada que pudiera hacer, solo podía pensar y esperar a que esto pasara. Solo eso podía hacer pensar y esperar, ya que eso no me lo iban a poder quitar.
Valentina Tello
Estudiante, 19 años
Santiago, Chile