Pareciera que de pronto vamos compartiendo una fiesta universal, loca y vertiginosa, adormecedora y manipuladora, todos ensimismados en sus propias soledades, dando cátedras del valor de hacer país, de construir sociedades inclusivas y todas esas cosas nos hacen sentir bien y vernos bien… ¿Pero cuánto de esto es realidad en nuestras acciones cotidianas?
Milán Kundera, escritor que emigró de esta fiesta y bulla social para volverse prácticamente un ermitaño, que exigió a su editor colocar como biografía un texto breve y simple: “Milan Kundera nació en la República Checa y desde 1975 vive en Francia”... eso no más. Optó por el silencio, no dar entrevistas, no publicar más... desaparecer de esta farándula universal…, pero ocurrió un milagro.
Pasaron 14 años de su exitosa obra “La insoportable levedad del Ser”, hasta que el año 2014 nos regaló “La fiesta de la Insignificancia”, todo un recordatorio de lo que no debemos ser en sociedad. Un trocito de su publicación nos dice:
“Él quería ir con nosotros a ver la exposición de Chagall. No la verá. Yo tampoco, por otra parte. No soporto hacer colas. ¡Mira!Hizo un gesto en dirección a la multitud que avanzaba lentamente hacia la entrada del museo. —Tampoco es tan larga —dijo Alain. Quizá no sea tan larga, pero es repulsiva. ¿Cuántas veces has llegado ya hasta aquí y te has vuelto a ir?Tres veces. De manera que, en realidad, ya no vengo aquí para ver a Chagall, sino para comprobar que de una semana a otra las colas son cada vez más largas, y por tanto el planeta está cada vez más poblado. ¡Míralos! ¿Crees realmente que, de repente, se han puesto todos a admirar a Chagall?Están dispuestos a ir a cualquier parte, a hacer lo que sea, tan solo para matar el tiempo con el que no saben qué hacer. No conocen nada, de modo que se dejan llevar. Son magníficamente llevables”.
Kundera se esfuerza por mostrar la pequeñez humana, lo miserable que somos. Ya en su obra anterior nos dijo que éramos seres leves, que como una pluma cualquier viento nos lleva a fronteras que no deseamos cruzar... seres leves, livianos, sin peso ni voluntad.
Hoy nos dice que somos insignificantes, pequeños y “llevables” por cualquier pensamiento pasajero, por las modas, por los magos de la tribu, por los dueños del circo social que modifican nuestros hábitos, consumos y convivencia a su antojo.
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